El estilo grunge, que emergió en Estados Unidos a principios de los años 90, se convirtió en un fenómeno cultural que trascendió la música para dejar una huella en la moda. Su origen fue entre jóvenes influenciados por la música grunge, especialmente por bandas como Nirvana y Pearl Jam, el estilo capturó la esencia de la rebeldía. Las características distintivas del estilo grunge incluyen la elección por prendas desgastadas y desaliñadas. Los jeans rotos, las camisetas holgadas y las chaquetas con efecto desgastado se convirtieron en elementos clave del armario grunge. La sobreposición de prendas, como camisas de franela sobre camisetas, era común, y las zapatillas Converse desgastadas completaban el look informal.
La paleta de colores del estilo grunge solía ser en tonos apagados y oscuros, como el verde militar, el marrón y el gris. La estética general era despreocupada y anti-moda, con una apariencia “hecha a mano” que contrastaba con las tendencias más pulidas de la época. Pero, como siempre, estaba bastante cuidada.
El grunge no solo se trataba de la ropa, sino también de una actitud. Encarnaba una resistencia al conformismo, una inclinación hacia lo alternativo. La moda grunge reflejaba la idea de “hacerlo tú mismo”, ya que se usaban prendas desgastadas y accesorios que transmitían una sensación de informalidad y rebeldía.
Aunque el estilo grunge tuvo su apogeo en los años 90, su influencia ha perdurado a lo largo de los años y sigue siendo una fuente de inspiración para la moda contemporánea.

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